De 1984 a diciembre de 2015 la UAM generó 167 solicitudes de patente, de las cuales están vigentes 60 y siguen en trámite 44, además de que se han solicitado 26 modelos de utilidad y 15 diseños industriales; en cuanto a marcas, la institución cuenta con 58 registros vigentes.

Patentar las invenciones generadas en la UAM abre la posibilidad de que el conocimiento creado en esta casa de estudios sea empleado en forma productiva y social, lo cual contribuiría al desarrollo del país.

Durante la Jornada Informativa sobre Propiedad Intelectual y Derechos de Autor, en la Unidad Azcapotzalco, expuso que esa protección resguarda a los creadores y hace más efectivo el proceso de comercialización.

Medellín Cabrera mencionó en un comunicado que de los tres mil cien investigadores de la UAM, poco más de cinco por ciento han participado en los procesos de patentamiento o de registro de propiedad industrial, circunstancia que abre una gran área de oportunidad para los profesores-investigadores de la institución.

El proceso que sigue la universidad es considerado maduro, pues permite acompañar, asesorar y apoyar a los investigadores en la elaboración y el trámite de patentes ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial.

El especialista subrayó que no todo el conocimiento puede ser protegido, pues hay que cumplir con los requisitos señalados en la Ley de Propiedad Industrial.

Hay diferentes figuras de propiedad industrial como patentes, modelos de utilidad, diseños industriales, secretos industriales, trazado de esquemas de circuitos integrados, variedades vegetales, signos distintivos como marcas, nombres comerciales, avisos comerciales y denominaciones de origen.

Los requisitos para obtener alguna de estas modalidades son diversos, así como la vigencia. Para otorgar una patente, por ejemplo, se requiere que la invención sea innovadora y posea actividad inventiva y aplicación industrial, además de que la solicitud deberá tener claridad y suficiencia en la descripción.

En el caso de una marca es necesario evitar el grado de confusión y su registro se hace de acuerdo con los productos o servicios en los que se pretenda utilizar.

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