La Propiedad Intelectual (P.I.) tiene distintas figuras para proteger las ventajas competitivas, como son las patentes, los modelos de utilidad, los derechos de autor, las marcas o los diseños. Se esperaría que esas fueran las formas más comunes de protección, pero no es así. La forma más común de protección que utilizan las empresas es el secreto.
Hay diversas razones por las cuales el secreto es el más común. En primer lugar, se usa porque el secreto no conlleva un proceso de registro oficial. En segundo lugar, existen pocas reglas o normas comunes sobre su aplicación. En tercer lugar, las controversias sobre los secretos no suelen divulgarse para que no se convierta en debate público.
El secreto comercial es un régimen jurídico que protege las relaciones de confianza y puede ser usada como una herramienta legítima de toda empresa, sin importar su tamaño. Ésta figura es principalmente usadas por las pequeñas y medianas empresas (PyMES), ya que tiene la gran ventaja de ser mucho más barato que otras figuras.
La única limitación del secreto es que no sea de conocimiento general. También tiene algunas cuestiones negativas porque no garantiza la exclusividad.
El ciberespionaje es otra cuestión muy delicada y un tanto negativa del secreto comercial. A través de un procedimiento que se conoce como “spear-phishing”, los espías comerciales envían un programa maligno, conocido como “malware”, el cual invade la computadora y a la vez, la red de la empresa. De esta forma, podría obtener de forma ilegal información confidencial.
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Escrito por: James Pooley, Director General Adjunto, Sector de Tecnología e Innovación de la OMPI
Publicado por: OMPI | Revista
Junio de 2013